EL
CAPARAZÓN
A veces, nos pasamos la vida entera construyendo algo que nos dará bienestar material, y cuando llega ese momento de disfrutarlo, la vida se nos escurrió entre los dedos de la mano.
"Hay dos
maneras de defender la vida: desde afuera o desde adentro. Los seres que
deciden quedarse quietos porque la comida llega hasta ellos, prefieren
defenderse desde afuera y así se arman de un caparazón.
A veces las
circunstancias obligan a estos bichos a ponerse en movimiento, y entonces su
traslado se convierte en un penoso arrastrón llevando a cuestas la cruz del
caparazón que los defiende.
Es la
historia de los caracoles y de tantos otros bichos sin esqueleto, que han
dedicado toda su capacidad de sólido poniéndose a elaborar una costra para
defenderse.
En cambio,
los animales a quienes ha seducido el movimiento, prefiere correr el riesgo de
vivir sin defensas y dedicaron toda su capacidad de sólido a la construcción de
un esqueleto. Algo que les diera firmeza por dentro y a la vez les permitiera
exponer su piel al roce, al dolor y a la intemperie.
Es curioso,
pero los bichos con caparazón parecieran ser más resistentes. Por todas partes
uno se encuentra con antiguos caparazones que tienen a veces millones de años.
Y están intactos. Lo único que les falta es la vida. La vida ha desaparecido,
quizás asesinada por la opresión del caparazón calcáreo. Pero el envase se
conserva perfectamente.
No podemos
negar que como realidad defensiva, el caparazón ha logrado superar el tiempo y
resistir todos los ataques exteriores.
Lo único
que no logró fue defender la vida."
Mamerto
Menapace – Fabulario II (Ed. Patria Grande – Buenos Aires 2013)
Nos vamos de la vida dejando todo lo material.
"Porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo ungénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Juan 3, 16)
PROTO-MONASTERIO RURAL PAVEL FLORESKI
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